29 de diciembre, 19.30h. Suena el teléfono. Han encontrado un perrillo en Villalba hurgando entre unos cubos de basura, como una fregona empapada recogiendo mierda. Terminamos unas cosas y vamos para allá.
20.15h. Tratamos de localizar la dirección. El local se encuentra en una de esas típicas zonas en las que sus calles y edificios desbordan personalidad. Es todo igual, sólo cambia el sentido de la marcha. Llueve, no mucho. Llegamos.
20.35h. Dejamos el coche mal aparcado. No molesta. El piso está semiescondido. Llamamos al timbre, tardan en responder. Abre una señora con rostro amable y visiblemente aliviada. Levanta una especie de felpudo del suelo, un cilindro de pelusa negra con 4 patas temblorosas y unos ojillos brillantes que miran directamente al alma. Se revuelve, trata de mordisquear, el rabo parece un péndulo a reacción. Te ha tocado la lotería. Y a mí.
Bienvenido, Mu.